miércoles, 28 de agosto de 2013

domingo, 25 de agosto de 2013

ANTES DE DESCANSAR...TE ENTREGO MI JESÚS



Te entrego, Señor, mi vida; hazla fecunda.
Te entrego, Señor, mi voluntad; hazla idéntica a la tuya.
Toma mis manos; hazlas acogedoras.
Toma mi corazón; hazlo ardiente.
Toma mis pies; hazlos incansables.
Toma mis ojos; hazlos transparentes.
Toma mis horas grises; hazlas novedad.
Toma mi niñez; hazla sencilla.
Toma mis cansancios; hazlos tuyos.
Toma mis veredas; hazlas tu camino.
Toma mis mentiras; hazlas verdad.
Toma mis muertes; hazlas vida.
Toma mi pobreza; hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia; hazla tu gozo.
Toma mi nada; hazla lo que quieras.
Toma mi familia hazla tuya.
Toma mis amigos; hazlos tuyos.
Toma mis pecados, mis faltas de amor,
mis permanentes desilusiones. Transfórmalo todo.
Toma mis cruces y déjame volar.
Toma mis flores marchitas y déjame ser libre.
Hazme nuevo en la donación, alegría en la entrega,
gozo desbordante al dar la vida, al gastarme en tu servicio.

CONFÍA...DIOS SIEMPRE LLEGA EN EL MOMENTO EXACTO!


¿ME RECONOCES?

"Cuando nos dirijamos a alguien, recordemos que Cristo vive en esa persona". (Madre Teresa de Calcuta)

"El amor al prójimo es nuestra medida de nuestro amor de Dios". ( Santa Edith Stein)

sábado, 24 de agosto de 2013

Apaga tu celular antes de entrar a Misa



Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

Haz que mi mirada te refleje Señor Jesus

Haz que mi mirada te refleje Señor Jesus... ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí Galatas 2, 20

miércoles, 21 de agosto de 2013

OFRECIMIENTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.

Enseñar a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes, y también a los adultos, la fe

Una de las urgencias que debemos sentir todos los católicos es la de enseñar a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes, y también a los adultos, la fe. Sólo quien conoce qué significa ser cristiano, cuáles son las verdades del credo, qué enseña Jesús en el Evangelio, puede luego dar ese paso serio, profundo, de decir “creo”.

Pero la fe católica no consiste simplemente en aceptar contenidos, en conocer una serie de datos. Va mucho más allá. Porque la fe es, ante todo, conocer y aceptar a una Persona: Jesucristo.

Conocer la propia fe católica es, entonces, hacer una experiencia, descubrir y encontrarse con Jesús de Nazaret. Con aquel Profeta que era más que Profeta. Con aquel Hombre que se llamaba a sí mismo “el Hijo del Hombre”. Con aquel Mesías que realizaba signos y prodigios. Con aquel Cordero que supo dar su Sangre para redimir el pecado del mundo. Con aquel Señor, Hijo de Dios, que murió y que resucitó por nosotros y por nuestra salvación.

El católico no sigue un ideario, ni acepta una doctrina humana, ni vive según una cultura religiosa. Conocer la fe implica llegar a un encuentro personal con Cristo, como los Apóstoles, como Pablo de Tarso, como los millones de creyentes de todos los siglos.

La fe cristiana inicia, por lo tanto, desde un acontecimiento que cambia todos los parámetros, que permite descubrir un horizonte de verdades maravillosas.

Al explicar la conversión de san Pablo, el Papa Benedicto XVI comentaba: “Para nosotros el cristianismo no es una filosofía nueva o una nueva moral. Sólo somos cristianos si encontramos a Cristo. Ciertamente Él no se muestra a nosotros de esa forma irresistible, luminosa, como lo hizo con Pablo para hacerle Apóstol de todas las gentes. Pero también nosotros podemos encontrar a Cristo, en la lectura de la Sagrada Escritura, en la oración, en la vida litúrgica de la Iglesia. Podemos tocar el corazón de Cristo y sentir que Él toca el nuestro. Sólo en esta relación personal con Cristo, sólo en este encuentro con el Resucitado, nos convertimos realmente en cristianos. Y así se abre nuestra razón, se abre toda la sabiduría de Cristo y toda la riqueza de la verdad” (3 de septiembre de 2008).

martes, 20 de agosto de 2013

A los pies de la cruz encontramos nuestro socorro, alivio para nuestros dolores, y la esperanza de un mundo mejor!!! Buenas noches...

INMACULADO CORAZON DE MARIA

Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía, 
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.

Quiero ser como tu quieres que sea,
hacer lo que tu quieres que haga.
No temo, pues siempre estas conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús,
con todo mi corazón y sobre todas las cosas.

Pon mi mano en la tuya para que este siempre contigo."

LA FE DE UNA NIÑA EN EL ROSARIO, CAMBIO SU COMUNIDAD.

La breve vida de una niña devota católica en Seattle, Washington, ha permitido el retorno a la Iglesia de muchos católicos y la conversión de al menos diez estadounidenses. El testimonio de fe que dio al luchar contra un doloroso cáncer ha dado numerosos frutos e incluso ha permitido la fundación de una organización dedicada a apoyar a familias con miembros enfermos.

Gloria Strauss nació en 1996, tenía seis hermanos y llevó una vida completamente normal hasta cumplir los 7 años de edad. Era amable, alegre, cariñosa y muy piadosa. Gustaba mucho del rezo del Rosario.

En una entrevista con CatholicNewsAgency.com, su padre Doug Strauss, recordó que en el año 2003 Gloria recibió un accidental golpe de pelota en el rostro y cuando la lesión desapareció quedó un bulto sospechoso.

Los médicos le diagnosticaron un cáncer avanzado conocido como neuroblastoma y le dieron entre tres meses y tres años de vida. Gloria fue sometida a una cirugía y recibió tratamientos de quimioterapia.

Un columnista del Seattle Times se interesó por la historia de la familia y su primer artículo atrajo a muchos lectores. El caso llegó a medios de todo el país, uniendo a miles de personas en una gran cadena de oración.

Cuando la salud de Gloria empeoró en el año 2007, la familia empezó a recibir a decenas de personas en su casa para rezar el Rosario y entonar canciones religiosas con la niña. Cuando aumentó la afluencia de personas, cinco miembros de la comunidad abrieron sus hogares para continuar con las oraciones.

Gloria fue sometida a nuevas sesiones de quimioterapia e incluso intentaron un trasplante de células madre extraídas de su propia médula. Ante el dolor de su hija algunos cuestionaron a su padre sobre la "calidad de vida" que llevaba la menor.

Doug Krauss estaba confundido y decidió preguntarle a Gloria si tenía "calidad de vida". La niña le respondió: "¡Sí papá!" y emocionada añadió que muchas personas estaban empezando a rezar a causa de su enfermedad.

"Ella nos enseñó a todos la manera de llevar una cruz. Nos dio como regalo su propio compromiso en una relación constante con Dios a través de la oración. Ella siempre dijo, ‘sí’", recuerda Doug.

El testimonio de Gloria atrajo a personas de todas las religiones. "Todo el mundo sabía que somos católicos –no tuvimos que profesar nuestra fe– y queríamos oraciones de todos", señaló.

El cáncer siguió avanzando y la pequeña Gloria falleció el 21 de septiembre de 2007. Tenía once años.

Más de tres mil personas asistieron a su funeral, la familia empezó a recibir historias de cómo el testimonio de su hija había cambiado vidas y tiene conocimiento de al menos diez personas que se convirtieron al catolicismo por conocer la historia de Gloria. Una familia de luteranos que compartió un campamento con la familia Strauss decidió convertirse al catolicismo antes de la muerte de la niña. Gloria supo de esta conversión y manifestó su alegría.

Con la ayuda de un empresario local, la familia Strauss inició una organización en memoria de su hija. Se llama Gloria’s angels y se dedica a asistir a familias que tienen algún miembro con una enfermedad grave.

domingo, 4 de agosto de 2013

“Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir a causa del pecado, ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote… ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!… Él mismo sólo lo entenderá en el cielo”
Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecernos exageradas o demasiado ingenuas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: “Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor… Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes… Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias… El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros.”

El Centro Social de esta ciudad se llenó de feligreses que participaron en la Celebración de las confirmaciones con la presencia de S.E. Mons. Gerardo de Jesús Rojas López XIII Obispo de Tabasco

jueves, 1 de agosto de 2013

La Eucaristía, memorial de las maravillas de Dios

1. Entre los múltiples aspectos de la Eucaristía destaca el de "memorial", que guarda relación con un tema bíblico de gran importancia. Por ejemplo, en el libro del Éxodo leemos: "Dios se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob" (Ex 2, 24). En cambio, en el Deuteronomio se dice: "Acuérdate del Señor, tu Dios" (Dt 8, 18). "Acuérdate bien de lo que el Señor, tu Dios, hizo..." (Dt 7, 18). En la Biblia el recuerdo de Dios y el recuerdo del hombre se entrecruzan y constituyen un componente fundamental de la vida del pueblo de Dios. Sin embargo, no se trata de la simple conmemoración de un pasado ya concluido, sino de un zikkarón, es decir, un "memorial". Esto "no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales" (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1363). El memorial hace referencia a un vínculo de alianza que nunca desaparece: "El Señor se acuerda de nosotros y nos bendice" (Sal 115, 12).

Así pues, la fe bíblica implica el recuerdo eficaz de las obras maravillosas de salvación. Esas obras se profesan en el "Gran Hallel", el Salmo 136, que, después de proclamar la creación y la salvación ofrecida a Israel en el Éxodo, concluye: "En nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterna su misericordia. (...) Nos libró (...), dio alimento a todo viviente, porque es eterna su misericordia" (Sal 136, 23-25). En el evangelio encontramos palabras semejantes en labios de María y de Zacarías: "Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia (...). Se acordó de su santa alianza" (Lc 1, 54. 72).

2. En el Antiguo Testamento el "memorial" por excelencia de las obras de Dios en la historia era la liturgia pascual del Éxodo: cada vez que el pueblo de Israel celebraba la Pascua, Dios le ofrecía de modo eficaz el don de la libertad y de la salvación. Así pues, en el rito pascual se entrecruzaban los dos recuerdos, el divino y el humano, es decir, la gracia salvífica y la fe agradecida: "Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor del Señor (...). Y esto te servirá como señal en tu mano, y como recordatorio ante tus ojos, para que la ley del Señor esté en tu boca; porque con mano fuerte te sacó el Señor de Egipto" (Ex 12, 14; 13, 9). En virtud de este acontecimiento, como afirmaba un filósofo judío, Israel será siempre "una comunidad basada en el recuerdo" (M. Buber).

3. El entrelazamiento del recuerdo de Dios con el del hombre también está en el centro de la Eucaristía, que es el "memorial" por excelencia de la Pascua cristiana. En efecto, la "anámnesis", o sea, el acto de recordar es el corazón de la celebración: el sacrificio de Cristo, acontecimiento único, realizado ...fÆpaj, es decir, "de una vez para siempre" (Hb 7, 27; 9, 12. 26; 10, 12), difunde su presencia salvífica en el tiempo y en el espacio de la historia humana. Eso se expresa en el imperativo final que san Lucas y san Pablo refieren en la narración de la última Cena: "Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío (...). Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío" (1 Co 11, 24-25, cf. Lc 22, 19). El pasado del "cuerpo entregado por nosotros" en la cruz se presenta vivo en el hoy y, como declara san Pablo, se abre al futuro de la redención final: "Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga" (1 Co 11, 26). Por consiguiente, la Eucaristía es memorial de la muerte de Cristo, pero también es presencia de su sacrificio y anticipación de su venida gloriosa. Es el sacramento de la continua cercanía salvadora del Señor resucitado en la historia. Así se comprende la exhortación de san Pablo a Timoteo: "Acuérdate de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de entre los muertos" (2 Tm 2, . Este recuerdo vive y actúa de modo especial en la Eucaristía.

4. El evangelista san Juan nos explica el sentido profundo del "recuerdo" de las palabras y de los acontecimientos de Cristo. Frente al gesto de Jesús que expulsa del templo a los mercaderes y anuncia que será destruido y reconstruido en tres días, anota: "Cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús" (Jn 2, 22). Esta memoria que engendra y alimenta la fe es obra del Espíritu Santo, "que el Padre mandará en nombre" de Cristo: "él os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Jn 14, 26). Por consiguiente, hay un recuerdo eficaz: el interior, que lleva a la comprensión de la palabra de Dios, y el sacramental, que se realiza en la Eucaristía. Son las dos realidades de salvación que san Lucas unió en el espléndido relato de los discípulos de Emaús, marcado por la explicación de las Escrituras y por el "partir del pan" (cf. Lc 24, 13-35).

5. "Recordar" es, por tanto, "volver a llevar al corazón" en la memoria y en el afecto, pero es también celebrar una presencia. "Sólo la Eucaristía, verdadero memorial del misterio pascual de Cristo, es capaz de mantener vivo en nosotros el recuerdo de su amor. De ahí que la Iglesia vigile su celebración; ya que si la divina eficacia de esta vigilancia continua y dulcísima no la fomentara; si no sintiera la fuerza penetrante de la mirada del Esposo fija sobre ella, fácilmente la misma Iglesia se haría olvidadiza, insensible, infiel" (carta apostólica Patres Ecclesiae, III: Enchiridion Vaticanum 7, 33; L´Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de enero de 1980, p. 15). Esta exhortación a la vigilancia hace que nuestras liturgias eucarísticas estén abiertas a la venida plena del Señor, a la aparición de la Jerusalén celestial. En la Eucaristía el cristiano alimenta la esperanza del encuentro definitivo con su Señor.

Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
Catequesis de la Eucaristía Juan Pablo II. Audiencia General. Miércoles 4 de octubre 2000.